viernes, 27 de septiembre de 2013

Capitulo 2 (La noche de la fiesta) Parte 4

YunHee se había puesto un abrigo por encima que cubría, todo lo posible, el disfraz que había elegido. Sin embargo, lo que no cubría era sus cabellos largos y oscuros en un moñete encima de la cabeza que recordaba el recogido tradicional de los hombres del pasado. Su madre se había estado peleando durante su buena media hora hasta conseguirlo y, después de unos cuantos tirones, había conseguido colocarlo en su sitio. También se había pasado las horas refunfuñando sobre por qué su única hija había elegido ir disfrazada de una mujer que se disfrazaba de hombre cuando había disfraces mucho más femeninos que le hubieran sentado como un guante. Acostumbrada como estaba a esos arranques maternos, YunHee solo había sonreído divertida, negado con la cabeza, y dejado que hablara sola.

Se encontraba a la entrada del cibercafé donde había quedado, hacía días, con su mejor amiga. Se movió ligeramente incómoda cuando un grupo de niños de unos doce años se la quedaron mirando como si estuvieran viendo a un bicho raro. Y es que por mucho que cubriera el abrigo, desde luego que uno podía ver claramente que no llevaba su ropa habitual. Respiró hondo y se asomó un poquito más. No estaba dentro y llegaba ya varios minutos tarde. No quería entrar por lo que podía encontrarse en su interior, así que cuando vio a Yoochun le hizo un par de gestos con la mano para que se acercara.

Tuvo que controlar sus pensamientos porque el “qué guapo que está” se escapó entre ellos provocando que se pusiera nerviosa. Una vez más. Era como si ese chico que tenía delante de ella vestido completamente de negro, provocara que se pusiera siempre en alerta.



—¿Qué haces aquí?

No hubo ni unas “buenas noches” ni nada por el estilo. Tan directo como siempre. YunHee parpadeó varias veces como si le hubieran golpeado e intentó concentrarse en lo que estaba haciendo. ¿Le estaba preguntando qué hacía allí?

—He quedado con Ji aquí…

—Pues creo que te ha dado plantón… se ha ido hace varias horas con uno del Dream Team.

La información llegó y se quedó ahí delante de sus ojos durante unos segundos hasta que finalmente lo procesó. Respiró hondo aunque no pudo evitar poner mala clara. No le había dicho nada y eso era lo que en realidad le molestaba.

—Con uno del Dream Team… ¿con cual de ellos?

—Con uno, yo qué sé. —Yoochun se encogió de hombros. —Mi hermana últimamente está ampliando el círculo de amigos, ¿no?

—Y es algo bueno. —dijo YunHee porque por muy cabreada que estuviera en ese momento, defendería a Ji Ae. A fin de cuentas era como su hermana.

—Aunque eso signifique que te ha dado plantón. —el rostro de Yoochun se iluminó. —Siempre puedo llevarte yo al baile, como si fueras una cenicienta.

—¿Y quién ha dicho que quiero ir contigo? —preguntó la chica sin pensárselo, apareciendo ese carácter que por regla general delante de Yoochun se esfumaba. —Puedo ir perfectamente sola, no me voy a perder por el camino.

—Ya, pero así me guías a mi, por si acaso me pierdo. —se asomó hacia dentro del cibercafé, cogiendo un abrigo negro y soltó un grito. —¡Mamá! Ha venido YunHee y me voy con ella a la fiesta. No me esperes despierto.

—¡Yah! —las mejillas de la chica se ruborizaron al tiempo que le daba un golpe en el hombro. —Tu madre va a pensar que tenemos algo.

—Que piense lo que quiera. —el chico se puso el abrigo, teniendo que sacarse el pelo del cuello de este, y la miró cogiéndola del brazo para comenzar a andar. —Por cierto, ¿de qué vas disfrazada?

—Eso mismo quería preguntarte yo a tí… —le miró con curiosidad. —Realmente es como si no llevaras disfraz.

—Voy de detective, así de paso no tengo que llevar una segunda mochila para cambiarme cuando empiece el puñetero juego ese raro que se han empeñado en hacer. Ahorrando tiempo, ya sabes.

—Algo así pensé yo… por eso he decido que no pensaba usar un vestido de falda y demasiado aparatoso. —declaró mientras andaba con comodidad a su lado, abrigándose un poco más.

—Vamos, que vas de Mulán. — arqueó las cejas mientras la miraba. —O algo por el estilo, ¿no?

—¿Cómo sabes…?

—Moñete, ropa de época que se deja ver por debajo del abrigo y tú… —Yoochun se encogió de hombros con una sonrisa irónica en los labios. —No podía ser de otra manera. Si llegas a llevar un traje en plan princesa de Disney entonces es cuando comenzaría a preguntarme quién eres y qué has hecho con Yun Hee.

—¿No me ves capaz de llevar un vestido? —preguntó la chiquilla claramente cabreada. —Que sepas que puedo hacerlo si quisiera.

—Sería demasiado raro incluso para tí… Seguro que no sabrías ni cómo moverte. —se burló el hermano de su mejor amiga y YunHee estuvo a punto de golpearlo con lo que tuviera más cerca.

De esa forma, durante los siguientes minutos la chiquilla se mantuvo en silencio. No sabía cómo había terminado de esa manera cuando estaba más que claro que no era buena idea que ellos dos se quedaran a solas. También lo quería, porque en cierta manera era el único momento en el que él le hacía caso. En el instante en el que estuvieran en un sitio con más gente, Yoochun se fundiría con ellos y desaparecería, como había hecho siempre desde que le conocía.

Y eso era algo que le frustraba.

Yoochun le echó una mirada con curiosidad. No sabía qué era lo que exactamente le pasaba con Yun Hee que siempre terminaba discutiendo con ella. Era como si hiriera su sensibilidad más pronto de lo que hubiera imaginado. Y no porque quisiera hacerlo, no, sino porque salía así. Ahora estaba mohína caminando a su lado. Las luces y las sombras que había en su rostro le hizo pensar que estaba guapa, incluso sin maquillaje y con un moñete en la cabeza que seguro le estaba provocando dolor de cabeza. Le quedaba bien.

Aunque si tenía que ser sincero, le hubiera gustado que apareciera con un vestido o con alguno de esos insinuantes disfraces que estaba seguro que el resto de sus compañeras utilizarían. No entendía por qué Yun Hee se escondía de esa manera. Para él, estaba más que claro que era una auténtica belleza, desperdiciada, pero belleza. Le costaba reconocerlo, porque era como si fuera su hermana pequeña, pero era mona.

Sí, era mejor dejarlo ahí: Yun Hee es mona y es como tu hermana pequeña. Ese pensamiento aparecía con frecuencia, sobre todo cuando algo que debía estar mal dentro de él le indicaba que sería interesante saber cómo sabían esos labios que en esos momentos se encontraban fruncidos.

—Ya estamos llegando.

La voz de ella hizo que Yoochun frunciera el ceño porque no estaba seguro de qué era lo que quería decir. Hasta que desvió la mirada de ella y se dio cuenta de que el instituto se encontraba a unos pocos metros. Era realmente idiota por no haber aprovechado un poco más la situación que tenía delante de sí. O a su lado. Siempre que quería hablar con ella terminaba diciendo alguna estupidez.

—Sí, me imagino que querrás buscar a Ji Ae.

—Mmm, supongo que sí.

Yun Hee se veía venir lo que ocurriría a continuación. Yoochun iba a huir como si le estuvieran persiguiendo mil perros del infierno. El chico se detuvo antes incluso de que tuvieran tiempo de atravesar las rejas que daban paso a los terrenos del instituto. Durante un segundo pensó que se iba a ir tal cual, sin más, pero se confundió. Se acercó un paso y luego otro, hasta quedar mucho más cerca de lo que habían estado nunca y haciendo que tuviera que alzar el rostro para poder mirarle. Tenía que controlarse para no temblar o para no ponerse roja como un semáforo.

—Se te ha torcido.

—¿Qué? —preguntó la chica sin saber a qué demonios se estaba refiriendo ahora.

—Que se te ha torcido el moñete, espera que te lo arreglo. —con manos hábiles, esas manos de pianista que siempre le habían gustado, le estuvieron enredando en el pelo hasta que más o menos pareció que estaba conforme con lo que había conseguido. —Mucho mejor así. Ya no se te va para ningún lado.

—Gracias, supongo.

—Al menos no te lo habrás cortado con una espada, ¿no?

—Idiota.

Y sin más, por una vez, fue Yun Hee la que se separó de Yoochun primero para perderse en dirección a la puerta principal del colegio. El chico la vio alejarse durante unos segundos, antes de que apareciera  un grupo de chicas vestidas de algo que no supo reconocer, pero que tomaron su atención por completo.

Y así fue como Yoochun olvidó cualquier tipo de duda sobre la mejor amiga de su hermana.

~*~*~


Los pasos ligeros y silenciosos de Yun Hee la llevaron hasta las pequeñas escaleras que había delante de la entrada del instituto. Iba tan metida en sus propios pensamientos que estuvo a punto de chocarse con una figura alta y desgarbada que estaba justo delante de ella. Por un momento parpadeó en un par de ocasiones, sobre todo porque cuando se movió pudo escuchar un ligero tintineo que no estaba segura de dónde venía.

—¡Si es mi compañera de castigo!

“Mierda”. Ese fue el pensamiento que apareció directamente en su cabeza cuando reconoció la voz y cuando por fin sus ojos pudieron saber quién era aquella persona que se encontraba debajo de la peluca y de toda la parafernalia para convertirse en un pirata. En Jack Sparrow, para ser más concreta.




—Te sobra ropa. —continuó la voz masculina mientras llevaba directamente sus manos hasta el abrigo de ella. —No puedes entrar así, ¿de qué vas disfrazada?

—Suéltame o pienso darte tal golpe que te voy a romper esa nariz que tienes. —refunfuñó Yun Hee echándose hacia atrás cabreada ya de su encuentro con Yoochun.

—Uis uis, si vienes rezongona. —el chico sonrió ampliamente y se detuvo mirándola. —¿Y qué es eso que tienes en la cabeza? ¿te ha salido una especie de cuerno? ¿o es una seta?

—Es un moñete tradicional, idiota.

—Ahh, ¡que vas de hombre! —sonrió y se movió a su alrededor con unos movimientos clavados a los de Jack. —Debería habérmelo imaginado, y yo que pensaba que con suerte traerías algo femenino e interesante…

—¿Por qué todo el mundo piensa que no puedo traer un vestido? ¿eh? ¿tan poco femenina parezco?

—Lo has dicho tú misma. —una nueva sonrisa y un nuevo gesto de la mano. —Venga, quítate eso y enséñame lo que llevas debajo.

Las mejillas de Yun Hee se ruborizaron por completo y su mano derecha se movió como si tuviera vida propia cerrándose en un puño y golpeando al chico en el hombro. Heechul en vez de molestarse sonrió de oreja a oreja viéndola tan azorada y se movió lentamente hacia delante haciendo que ella fuera retrocediendo hasta que su espalda dio contra la pared.

—No iban por ahí los tiros pero si insistes…

—Vete al infierno. — en un gesto rápido Yun Hee tomó la muñeca de Heechul y se la retorció detrás de la espalda. — ¿Contento? ¿así mejor?

—Hey hey, que eso duele, suéltame. —el tono del chico demostraba que realmente le estaba doliendo. — ¡Hagamos esto como dos hombres!

—¿De qué estás hablando?

—¡Te reto a duelo!

—¿A duelo?...

—Fijo que debajo de ese maldito abrigo tienes una espada y yo tengo aquí la mía, no la otra, sino la de verdad… bueno ya me entiendes.

—Te entiendo. — lentamente la presión en la muñeca se fue soltando.

—Y aunque no estoy muy seguro de que una mujer sepa utilizarla… —la presión en la muñeca aumentó un poco más. — Mierda, mierda, vale… me callo. ¡Si tan segura estás de que puedes usar la espada te reto a un duelo niñita!

—¿Niñita? ¿niñita? ¡Esto ya es el colmo!

Yun Hee se movió hacia atrás soltando a Jack Sparrow, alias Heechul cuando no era época de disfraces, que dio un par de traspiés y que la sonrió como un gato que acababa de encontrar un enorme plato de leche todo para él. Si la chica hubiera estado un poco más atenta se hubiera dado cuenta de que había entrado por completo en su juego. Sin embargo, esa noche estaba demasiado “espesa” y cabreada como para pensar con tranquilidad.

—Venga… niñita, a ver de qué eres capaz.

La chica frunció el ceño mientras vio cómo Heechul desvainaba la espada que llevaba en la cadera en un momento fluido. Ella se desató por fin el abrigo y sacó su espada, de tipo coreana más que china porque no había tenido tiempo a preparar una  mejor. Lógicamente no eran de verdad, pero tampoco eran de las típicas de disfraz y se notaba. Los ojos del chico se habían vuelto un poco más fríos, siguiendo sus movimientos, y los de Yun Hee no se separaban de los de él.

Por un momento, parecía que estuviera a punto de sonar la banda sonora de Piratas del Caribe a todo volumen en ese pasillo desierto del instituto, pero lo único que se oía de forma amortiguada era la música que provenía del salón de festejos donde se estaba celebrando el baile de disfraces.

Fue ella la primera que hizo un movimiento, un tanteo que Heechul supo bien cómo esquivar con una ligera finta de pies. Los labios de Yun Hee se curvaron en una pequeña sonrisa. Aquello iba a ser más divertido de lo que hubiera imaginado. Por alguna razón tenía pensado que el chico era de esos torpes que no sabían hacer nada bien. Los movimientos de tanteo, se hicieron cada vez más rápidos. Algún que otro golpe se dieron, por supuesto, incluso uno de Heechul en la muñeca de Yun Hee que provocó una mueca de dolor. Sin embargo la chica no soltó la espada.

Sin darse cuenta, Heechul le estaba llevando hacia el lugar desde donde venía el sonido del baile. Una finta, otra, un giro rápido que hizo que el vuelo del abrigo dejara una pequeña estela tras de ella al alejarse de una espada que de ser de verdad seguramente la hubiera hecho un buen corte en la zona del abdomen. El duelo, que había comenzado con un juego, se había vuelto un tanto más serio en el momento en el que la chica estaba descargando todo su cabreo y toda su frustración.

La respiración de ambos estaba ligeramente agitada mientras se movían con rapidez por los pasillos. Si hubieran sido espadas de verdad se hubiera escuchado el sonido rítmico de los golpes, del metal chocando entre sí. Sin embargo no lo eran. Y Yun Hee lo agradecía porque podía descargar con más fuerza su cabreo sobre él sin preocuparse de que pudiera hacerle daño.

—Ohhh, si la niñita sabe cómo usar una espada.

La voz burlona de Heechul retumbó en el pasillo vacío mientras se acercaban peligrosamente al último lugar donde a Yun Hee le gustaría llegar así. El problema es que no estaba serena y ni siquiera se estaba dando cuenta por dónde iban. Y el chico estaba aprovechándose de eso. Como buen liante que era, había buscado una forma de entrar en el salón del baile que fuera diferente a lo habitual y como esperaba, ella le había dado la excusa perfecta.

“Un poco más” pensó mientras se movía hacia atrás con rapidez, esquivando las estocadas de la chica. Tenía que reconocerla que sabía lo que estaba haciendo y que si no fuera por sus clases de esgrima seguramente hubiera terminado con más de un golpe y con el ego por los suelos a los pocos minutos de empezar con aquel duelo.

Una risa divertida salió de sus labios mientras daba un golpe de tacón en la puerta y presionaba hacia atrás haciendo que se abrieran. La música y las luces les dieron de golpe mientras que en el interior el resto del instituto, o al menos los que habían llegado, se encontraban a lo suyo. La música del grupo de música no disimuló para nada su llegada ni tampoco la maldición que soltó Yun Hee cuando en un movimiento rápido comenzó a bajar la escaleras tras un Heechul que en un gracioso movimiento de pies descendía como si hiciera aquello todos los días.

Y por aquella noche… las leyendas de Jack Sparrow y de Mulán —con abrigo, eso sí — hicieron aparición en un salón de baile que todavía no se recuperaba del estallido que había tenido Ji Ae hacía unos minutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario