domingo, 10 de noviembre de 2013

Capitulo 3- Juegos Nocturnos- Parte 6

—Moon Geun Young… eliminada.

Yoochun se mantuvo apoyado contra la pared, apretando el puño sin poder evitarlo cuando YunHee le dijo que no era de su incumbencia. Respiró hondo intentando contenerse y después miró hacia la puerta de nuevo, impulsando ligeramente con su cuerpo provocando que la puerta se moviera un poco. Estaba por completo acorralada, no podía salir por ninguna parte y en cierta manera eso le provocaba a Yoochun una sensación de victoria.



—No tienes a ningún sitio al que ir. —dijo bajando la voz mientras se apoyaba en la puerta con gesto tranquilo. —Y yo tengo muchísima paciencia.

—¿Qué me quieres decir con eso? —preguntó YunHee que se arrepentía de haberse metido en aquel lugar. Ella sola había caído en una trampa. Miraba a su alrededor intentando encontrar un sitio por el que escapar, pero la puerta era la única manera y el chico estaba al otro lado.

—Si me respondes a lo que te pregunte con la verdad… podríamos hacer un trato. — el chico hizo una pausa mientras que sonreía lentamente.

—¿Qué trato?

—Te daría un par de minutos de ventaja, ¿qué te parece?

La chica dudó. Solo un segundo. El suficiente como para que frunciera el ceño y apretara uno de sus puños.

—¿Por qué sientes tanta curiosidad?

—¿Dónde está Ji Ae? —preguntó entonces Yoochun cambiando de tema por completo.

—Está en un lugar a salvo. —respondió la chica mientras se lamía lentamente los labios.

—A salvo… entonces, ¿te ha dejado a solas?

—… En realidad me he ido yo.

Yoochun apretó la mandíbula.

—¿Para ir con ese tipo de antes? —volvió a preguntar el chico entonces.

—¿Y si fuera así? ¿a tí qué te importa? —la chica comenzaba a cabrearse… una vez más esa noche. —Tú estabas de lo más entretenido. Parece ser que el juego te ha dado una buena excusa.

—¿Entonces no lo niegas? —dijo Yoochun alzando un poco más la voz. —Y pensar que hace nada te “quejabas” porque ningún chico se fijaba en tí… Debería habérmelo imaginado después de ese día que volvistéis todo alterados tras ir a comprar el helado de plátano para los chicos.

—¡Eso fue porque se había puesto a llover y tuvimos que correr! —prácticamente gritó YunHee. — ¡Yo no pongo como excusa un juego para irme a ligotear por ahí!

—¿Ligotear por ahí? —replicó furioso Yoochun.

—¡Eso es lo que he dicho! —bufó la chica que estaba intentando controlarse para no abrir la puerta y enfrentarse cara a cara a él. —Yo estaba de cacería, es normal ir de dos en dos en esos momentos para intentar cazar.

—¿Y acaso no es normal estar escondido con una compañera de equipo que te ha pedido por favor que le ayudes?

—Sí, precisamente favores…

—¿Quién demonios crees que soy?

—¿Realmente te tengo que contestar a eso? —contestó YunHee furiosa, hasta el punto que no estaba pensando en realidad lo que estaba diciendo.

Yoochun frunció el ceño y apretó los puños. Entonces ni siquiera lo pensó. Todo el mundo pensaba que no tenía agilidad, que era un inútil, que por pasarse los días medio dormido y las noches componiendo o de fiesta el tema de los deportes lo tenía olvidado. Y en cierta manera esa iba a ser su baza. Aprovechó que ambos estuvieron callados para dar un golpe en la puerta que hizo que YunHee se estremeciera por completo. No hubiera imaginado que ese chico tranquilo pudiera reaccionar así.

Y tampoco se imaginó que tras unos segundos notara una sombra que prácticamente le caía encima. Un momento después tenía a un Yoochun completamente furioso en el interior del baño. No le dio tiempo a reaccionar. Y de repente un lugar que parecía espacioso cuando estaba ella sola, se convirtió en algo pequeño y asfixiante. En un acto reflejo apoyó la espalda contra la puerta del baño haciendo presión.

Era el instinto de supervivencia que parecía que ambos hermanos Jung tenían. Un instinto que no les permitía estar completamente con las barreras defensivas bajadas. Se estremeció. Y no supo muy bien por qué. El corazón golpeaba con fuerza contra su pecho y estaba convencida que él era capaz de escucharlo.

—Dímelo a la cara. —susurró Yoochun, dando un par de pasos hasta que prácticamente la tenía acorralada. —Dime a la cara lo que acabas de insinuar.

Y no sabía muy bien por qué demonios estaba tan cabreado cuando había escuchado mil veces insinuaciones diferentes y a la vez muy parecidas a esa. Es más, él mismo había fomentado en cierta manera esos rumores porque le resultaba mucho más fácil lidiar con ello y porque no dejaba de ser verdad. Le gustaban las mujeres, se lo pasaba bien con ellas y ninguna había terminado decepcionada.

—Lo sabes perfectamente. —YunHee no sabía muy bien de dónde estaba saliendo esa forma de hablar cuando por regla general se quedaba callada, muda cuando se encontraba en su presencia. —Todo el mundo conoce tu fama.

—Y claro, tú que no me conoces te lo crees. —sonrió de medio lado con esa ironía que no dejaba de aparecer aquella noche. —¿No eres capaz de pensar por tí misma?

—¡Qué quieres que piense! — exclamó la chica. —Desapareces, y apareces con dos chicas, en cuanto estás con gente es como si no reconocieras a tus… amigos ¡y hoy sales de las gradas completamente a oscuras con otra!

Yoochun estaba completamente furioso. Solo quería hacerla callar. Solo quería que no siguiera diciendo eso que en el fondo le estaba jodiendo más de lo que hubiera imaginado. Solo esperaba que ese rostro menudo que le miraba con furia volviera a ser el de YunHee, la mejor amiga de su hermana, y no la de una mujer que le estaba retando con esos labios ligeramente entreabiertos.

Yoochun no sabía por qué le molestaba. No sabía nada. Solo quería que terminara. Y sin previo aviso, en un movimiento que seguramente les cogió a ambos por sorpresa, la sujetó por la nuca y la despegó de la puerta al tiempo que él se echaba hacia delante. El beso no fue suave, ni delicado, ni estaba cargado de dulzura. Fue un beso que buscaba callar al otro. Un beso lleno de frustración y de rabia. Un beso que se convirtió en una batalla: él buscando abrir los labios de ella, ella buscando separarse porque jamás hubiera imaginado que aquello ocurriera de esa manera. No cuando estaba tan furiosa que solo quería pegarlo. Destrozarlo.

Y Yoochun tampoco sabía qué estaba haciendo. Su cuerpo se movió hacia delante haciendo que sus largas piernas presionaran contra las de la chica dejándola inmovilizada y sus dedos de pianista la sujetaban con firmeza para evitar que se echara hacia atrás.

Todo su cuerpo le gritaba que quería más.

Entonces la chica hizo lo único que podía hacer: mordió, con desesperación. Y el gemido que se escapó de los labios de Yoochun, aquel que comenzó como un gemido de placer, terminó convirtiéndose en uno de dolor. Al final la soltó con gesto sorprendido notando un dolor en el labio inferior allí dónde YunHee le había mordido.

Y lo que era peor, cuando vio su mano, se quedó ligeramente desubicado al encontrarse con con que la pegatina con su nombre se encontraba en ella.

Le había parecido escuchar el cambio de tiempo pero en realidad estaba demasiado ocupado deleitándose con el sabor de los labios de la chica como para pensar en cualquier otra cosa. YunHee se sintió solo por un momento culpable por haberle hecho aquello, pero antes de poder decir nada, Yoochun volvió a hablar.

—Definitivamente… jamás pensé que serías este tipo de chicas. —la dureza de las palabras y de la insinuación que había detrás de ellas provocó un nuevo movimiento en YunHee.

—Park Yoochun… — comenzó a decir y finalmente su mano, cerrada en un puño, se estrelló contra su mejilla. —Eres un auténtico gilipollas.

Tras esto, abrió las puertas con fuerza para salir del cubículo de los baños, seguida a los pocos segundos por Yoochun. Una vez que salieron de los baños se escuchó alto y claro la descalificación del chico. Y también les desveló algo: en los baños no había cámaras.

YunHee ni siquiera se preocupó en mirarlo. Estaba demasiado cansada, demasiado furiosa, demasiado enfadada. Lo que había insinuado, lo que había hecho, lo que había dicho Yoochun le estaban dando ganas de echarse a llorar y ella no era de esas personas. Siempre había conseguido controlar sus emociones. Siempre había sido una chica fuerte y las chicas fuertes no lloraban.

Salió del edificio sin mirar atrás. Y Yoochun se fue en dirección a la cárcel sin siquiera echarle un último vistazo. Era una tormenta cargada de rayos y truenos que indicaba a todos los que se cruzaban con él que era mucho mejor mantenerse alejados.

YunHee no se lo pensó, se dirigió hacia la zona de los terrenos intentando alejarse lo más posible de los pasillos de la escuela y del lugar donde había pasado todo. Tenía un sabor acre en la boca que identificaba con la sangre de Yoochun. Y por otro lado unas ganas tremendas de echarse a llorar.

Se perdió rápidamente en la oscuridad de los terrenos. Alejándose de todos. Le dolía como miles de agujas lo que acababa de escuchar. Y más lo que él había hecho. No sabía muy bien por qué. Quizá porque era producto de la rabia. Porque ella lo había querido e incluso soñado, pero no de esa manera. Porque se había convencido mil veces de que Yoochun jamás haría aquello, que ni siquiera se daba cuenta de que existía.

Y sin embargo…

Maldita noche que estaba confundiéndola y haciéndola sentirse fatal. El juego que había comenzado a parecerle de lo más divertido, se había convertido en un dolor de cabeza. Se apoyó contra la pared exterior del edificio principal, en un rincón donde no solía ir nadie y sabía que estaría a solas. Allí donde las luces no llegaban y podía fundirse prácticamente con la oscuridad.

Se deslizó entonces por la pared hasta que terminó sentada en el suelo. Los brazos rodeando sus rodillas y el rostro oculto en ellas. Solo necesitaba un momento, un segundo para recuperarse. Respiró hondo, agradeciendo el frescor que había en la noche y la oscuridad que la rodeaba. Hasta que sintió el sabor salitre en sus labios que se mezcló con el de la sangre que cada vez se estaba atenuando más.

—Mierda. —susurró, llevándose el dorso de la mano a las mejillas para retirárselas con furia.

No quería aquello, no podía permitirse aquello. Si Yoochun era un idiota, el problema lo tenía él, no ella. Quizá de esa manera pudiera volver a sus cabales y verle como le tenía que ver: el hermano de Ji Ae, nada más. Estaba claro que ni siquiera podía considerarlo como un amigo. Los amigos no se comportaban como ellos lo habían hecho.

Los amigos no se decían esas palabras hirientes, ni discutían de esa manera, ni arremetían el uno contra el otro. Los amigos no buscaban hacerse daño… ni se besaban, ni se golpeaban, ni se mordían ni…

Se sentía como una idiota por pensar algo así. Respiró hondo de nuevo y cuando se iba a incorporar se quedó completamente quieta en el sitio. Le había parecido escuchar unas campanillas. Y no solo eso, las campanillas se estaban acercando en su dirección. El problema era que no estaba segura de por dónde llegarían. Por un momento quiso fundirse con la pared y las sombras.

Hasta que cayó en el detalle que ella estaba en el grupo de los que cazaban. Se incorporó entonces como un resorte. Quizá si se ponía en movimiento podría olvidarse de lo que había pasado. Sí. El deporte siempre había sido una buena terapia. Otra de las tantas cosas que Yunho le había enseñado.

Quizá pudiera ayudar a su compañero si venía en esa dirección. Escuchaba las campanillas moviéndose con rapidez como si estuvieran corriendo y cada vez más cerca. Respiró hondo por un momento, empezando a caminar en dirección hacia el sonido. Sus pasos, cada vez más rápidos, la llevaron  al camino que se dirigía a la casa del Dream Team.

Su mente comenzó a funcionar con rapidez, pensando hacia dónde se estarían moviendo y cómo podría hacer para realizar una pinza que les ayudara a cazar a quien fuera que estuvieran persiguiendo. Quizá con suerte era YunHo y al menos podría descargar un poco de frustracción por esa parte.

Se lamió los labios y con rapidez se dirigió hacia un recodo desde donde podría ver las personas que venían. Se agazapó entonces, a un lado del camino que estaba en el último de los giros del camino que llevaban hasta la casa del Dream Team.

No había mucha claridad en aquella zona, pero sí la suficiente como para ver quién era el que se acercaba con rapidez. Una figura vestida de negro seguida de otra que vestía de blanco. Leeteuk siguiendo a otra persona rápidamente que pasaron como una estela por su lado sin llegar a darse cuenta de quién se trataba.



Cuando se incorporó para ir a seguirlos, se escuchó con total claridad el cambio de tiempo. Eso significaba que se convertían de nuevo en los cazados. YunHee se tensó mientras miraba a su alrededor. Se agachó para quitarse las campanillas, cambiarse la pegatina y rezar para que quien fuera que hubiera pasado antes no se hubiera dado cuenta de que estaba allí escondida.

—Leeteuk… eliminado.

YunHee se llevó las manos a la boca y es que estaba completamente sorprendida. Entonces vio a Leeteuk aparecer por el camino. Llevaba el pelo revuelto, lo mismo que la ropa. Por un momento la chica pensó si todos se verían así después de los encuentros para quitarse sus nombres de la ropa. Ni siquiera se dio cuenta de que estaba allí escondida y caminó con lentitud.

La chica se quedó pensativa durante unos segundos, necesitaba salir de allí. Quizá si pasara la persona que había cazado a Leeteuk… pero no había movimiento cerca, ni siquiera escuchaba las campanillas. Nada. Era como si la figura vestida de oscuro hubiera sido solo un producto de su imaginación.

Entonces, cuando decidió empezar a moverse para alejarse de allí, cuando ya Leeteuk ni siquiera se veía por el camino, escuchó el sonido de las campanillas y durante unos segundos se quedó completamente quieta, como si se tratara de una estatua.

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