domingo, 11 de mayo de 2014

Capítulo 5- Persiguiendo un sueño (parte 5)

La tensión se palpaba en el camerino. Los habían dejado solos. YunHee miraba a Yoochun de forma fija y de repente se movió para acercarse hasta donde se encontraba el chico. Las miradas se mantenían unidas y Yoochun ni siquiera se lo vio venir: el golpe llegó certero cruzándole la cara.


—¡¿Con qué derecho tomas mi libreta?! —exclamó mientras le miraba a los ojos. —¿Ha sido divertido? ¿te lo has pasado bien?.





—YunHee…


—¿Y las fotos? ¿Por qué demonios pones fotos mías? —bufó en ese momento mientras le miraba a los ojos y le daba un empujón. —Como broma no tiene ni puta gracia. ¡Has utilizado mi puta letra! ¡Es mía! Son mis pensamientos, ¿te has parado a pensar que quizá no quería que todo el mundo se enterara de ellos?


—No es lo que piensas…


—¿Y qué es lo que pienso idiota? —preguntó encarándose a Yoochun, quedando a unos pocos centímetros de su rostro a pesar de ser mucho más baja que él. —No tenías derecho. Ni uno solo. Devuélvemelo ahora mismo.


—¡Maldita sea YunHee! ¿Acaso eres tan tonta que no te das cuenta de las cosas?


Yoochun no se esperaba aquello. No esperaba que se pusiera así. ¿Por qué demonios tenía que ser tan extraña? ¿tan rara? Cualquier otra persona hubiera reaccionado de una manera diferente. ¿Y ella? Claro, pero es que YunHee no era como las otras chicas. No lo había sido nunca.


Y eso era precisamente lo que le gustaba de ella.


—¡No! Me doy cuenta perfectamente. —respondió ella mientras le miraba a los ojos. —Me imagino que te encontraste la libreta en el cibercafé, que te diste cuenta de que era la mía, que le echaste un vistazo por encima y después te entró curiosidad. —mientras hablaba no apartaba su mirada de la suya, con los ojos entrecerrados. —He volcado todos mis pensamientos, mis sentimientos, mis emociones en ella… lo mismo que lo que escribo.

—No sabía que lo estabas pasando tan mal.


—No, ya me lo imagino. Porque solo te miras a ti mismo y a tus…


—Si solo me mirara a mismo no me hubiera presentado en Busan, ni hubiera pedido a Yonghwa el favor de que me dejara cantar en el escenario, ni siquiera hubiera hecho el maldito video arriesgándome a que Ji Ae me quite la piel a tiras por usar sus fotos. —alzó la mano para posarla en la mejilla de YunHee retirando las lágrimas que todavía seguían fluyendo sin control con el pulgar. —¿Lo entiendes ahora?


Yoochun estaba dando un “salto de fe”. Un salto enorme. No sabía muy bien cuándo había cambiado todo. Cuándo había dejado de verla como la mejor amiga de su hermana pequeña. En el momento en el que aquella muchacha rebelde, violenta, de cabello oscuro había comenzado a aparecer en sus pensamientos día sí y día también. Respiró hondo durante un instante esperando sus palabras.


—¿Por qué? —preguntó la chica apretando los labios y haciendo el amago de separarse.


—No… —la mano que estaba en la mejilla de YunHee se movió para perderse en el pelo de su nuca y el hombre se movió un paso hacia delante. —No te separes.


YunHee se le quedó mirando. El enfado estaba remitiendo y sabía la razón: tenerlo tan cerca, con esa voz que parecía acariciarla, la hacía estremecer por completo. Intentó aclarar los pensamientos, pero era imposible. No cuando la mirada de Yoochun estaba anclada a la suya de esa manera.


—No lo entiendo.


—¿Qué es lo que no entiendes YunHee-Ah? —preguntó entonces el chico, acariciando la nuca de la chica y haciendo que ella se estremeciera por completo. —Me gustas, me gustas muchísimo… y no quiero que te apartes  de mi. No quiero que te alejes.


—Eres un completo idiota.


—Pero eso ya lo sabías. —sonrió entonces de esa manera tan suya, casi perezosa e inclinó la cabeza hacia abajo. —Y creo que te gusta.


—No, no me gusta.


Era mentira, ambos lo sabían. Claro que le gustaba. Llevaba gustándole años. Incluso cuando era un auténtico idiota. Las manos de YunHee se alzaron para sujetarse de la camiseta que él llevaba en ese momento y se mordió el labio inferior durante un segundo. Yoochun se movió hasta rozar su nariz con la de YunHee en una lenta caricia. Sentía el corazón disparándose en su pecho, latiendo más rápido incluso de lo que lo había hecho cuando estaba encima del escenario.


—No me mientas. —la miró a los ojos directamente, con el ceño fruncido. —No más mentiras entre nosotros. No más medias verdades.


—¿Entonces? —miró a los ojos de Yoochun y sonrió de medio lado. —¿Crees que por hacer una canción con mi letra y cantarla delante de no se cuanta gente hace que estemos juntos?


—A Yonghwa le salió bien. —bromeó el chico mientras sonreía.


—Oh, venga ya, así que has hecho esto porque a “Yonghwa le salió bien”. —bufó YunHee al tiempo que buscaba echarse atrás para apartarse de Yoochun.


No pudo ir muy lejos. La mano libre del chico, aquella que no estaba perdida en el pelo de la morena, bajó con rapidez hasta su cintura para impedirselo. No solo eso, sino que en un movimiento rápido la atrajo más hacia él hasta que apenas había espacio entre ambos. Bajó entonces el rostro mientras la miraba a los ojos con un brillo que YunHee no había visto hasta ese momento.


—Sigues sin entenderlo, ¿verdad?.


—No me gustan tus juegos, no me gusta que no seas claro, no me gusta que hayas usado algo porque a alguien le haya salido bien. —le miró a los ojos con gesto serio y apoyó las manos en su torso. —Yo no soy una de tus conquistas, eso lo puedes tener claro.


El hombre sonrió de medio lado y se movió ligeramente, ni siquiera la presión que sintió en el pecho con las pequeñas manos le detuvieron de acercar sus labios hasta el oído de ella. Pudo notar un pequeño escalofrío y durante un segundo se preguntó qué estaba haciendo. Siempre había estado con chicas que sabían perfectamente las reglas del juego, pero dudaba mucho que su pequeña YunHee se diera cuenta de todo lo que implicaba aquello. De todo lo que estaba en pleno funcionamiento en ese instante.


—No, no lo eres. —susurró a su oído y pudo notar una vez más cómo temblaba. —Nunca lo has sido. Siempre he estado luchando contra esto.


—Entonces, ¿por qué ahora?.


Yoochun no sabía la respuesta. ¿Por qué no podía sacarla de su cabeza desde aquel extraño juego del instituto a inicios de curso? ¿Por el beso? ¿porque estuvo a punto de perder la cabeza cuando la vio salir de ese lugar a oscuras con un tío? No lo sabía, no quería pensarlo. Y sin embargo YunHee necesitaba una respuesta. La conocía lo suficiente como para saber que necesitaba una sincera.


El encontrar el cuaderno en la mesa del cibercafé en la que solía sentarse fue de casualidad. Y menos mal que lo había hecho él. Sabía que escribía, todo el mundo sabía que lo hacía. Mientras que el resto jugaba, ella solía estar atareada escribiendo en el ordenador, leyendo, y llevando a todas partes esa libreta. Reconoció la libreta de YunHee en el acto, llevaba años viéndola hundiendo la cabeza entre sus hojas garabateando con esa letra suya pequeña y nerviosa.


Y siempre había sentido curiosidad por lo que había en su interior. No debería haberlo hecho. No sólo porque era ir en contra de su intimidad, sino porque lo que había encontrado en su interior había hecho que se le congelara el alma. Se había sentido un estúpido. Él que supuestamente conocía a las mujeres no había dado una con YunHee. Entre las anotaciones de lo que se imaginaba era una historia, había otras mucho más personales. Era una mezcla extraña entre cuaderno de trabajo y diario personal.


Tenía pensado hacer como si no supiera nada, dárselo a Ji Ae cuando volvieran de Busan haciéndose el tonto, y ya estaba. Entonces fue cuando llegó a esa parte de la libreta, la última anotación, y sintió que no podía dejar las cosas así. Porque si lo hacía, si miraba hacia otro lado, estaba seguro de que la perdería. Todos sus instintos se lo habían gritado.


Aunque no la había tenido nunca, se había acostumbrado a tenerla cerca.


Solo había pensado en trasladar las palabras a canción, cantarlas delante del público había sido algo que no estaba seguro de cómo se le había ocurrido, mucho menos el video. El resto del plan era… bueno, no había ningún plan. En su estupidez, o por culpa de su ego, había pensado que la morena saldría corriendo hacia él, le abrazaría y le daría un beso de película.


Había recibido un bofetón, lo prefería antes que el puñetazo de la última vez, pero no era lo que quería.


Lo que quería era otra cosa muy diferente.


—Te lo he dicho, no quiero que te alejes. —el chico la miró a los ojos mientras hablaba. —Sé lo cabezota que eres y que cuando tomas una decisión no das marcha atrás, pero… tú sabes que puedo ser un auténtico dolor de cabeza cuando me propongo algo.


YunHee frunció el ceño mientras le miraba. Quería decir que sí, quería cubrir el espacio que los separaba y besarle. Besarle sin engaños, sin furia de por medio, sin nada más que dejar fluir lo que llevaba años sintiendo por él. Pero tenía miedo. Conocía a Yoochun, y aunque sabía tal y como había dicho Ji Ae que no solía hacer lo que acababa de hacer en el escenario, temía que solo fuera un espejismo, algo que pudiera desaparecer de un momento para otro en el instante en que él encontrar a otra persona más interesante a por la que ir.


Y no podía pensar, no lo podía hacer con claridad. Era la segunda vez en su vida que estaba tan cerca a él. La segunda vez que podía asegurar sin miedo a equivocarse que él solo la estaba viendo a ella, a nadie más. Pero, ¿qué pasaría cuando salieran de esa habitación? ¿lo de siempre? ¿desaparecería con la primera persona que encontrara?.


—Eres un egoísta… —declaró entonces YunHee haciendo un pequeño mohín. —¿Tiene que ser justo en el momento en el que decido que me voy a olvidar de tí?


—Ni siquiera sabía en primer lugar que estuvieras pensando en mí. —y no mentía. Yoochun podía ser bastante rápido en darse cuenta de los lazos sentimentales del resto de personas, pero cuando se trataba de él… bueno, cuando se trataba de él directamente era una nulidad. —Soy un idiota, YunHee-ah…, no tenía ni la más remota idea de cómo te sentías. Ni tampoco de cómo me sentía yo, o mejor dicho de lo que siento, hasta que la posibilidad de perderte se me vino encima.


La música era mucho mejor para expresarse, al menos en el caso de Yoochun. Pero visto que aquella chiquilla morena que tenía delante era incapaz de ver más allá de lo que había hecho mal, iba a tener que ser más directo todavía. La mano que tenía en su nuca se movió para tomarla por la barbilla asegurándose de esa manera que le estuviera mirando en todo momento.


—Quiero que lo intentemos. —el tono era más serio, quizá más duro, de lo habitual en él. —Y quiero que me digas que sí. No quiero que desaparezcas cuando me da la vuelta porque te juro que si lo haces voy a ir a buscarte.


YunHee intentó bucear más allá de las palabras que escuchaba. Y fue el tono en cómo las dijo lo que hizo que se diera cuenta de que realmente iba en serio. No le había visto con esa mirada, ni había escuchado ese tono tan serio en su vida. El corazón de la morena se disparó entonces, todavía más, porque se había imaginado en alguna ocasión cómo sería el poder estar con Yoochun.


Había soñado tantas veces con aquello que en el momento de la verdad no tenía ni idea de cómo reaccionar. Ella no tenía experiencia en esas cosas y miró al chico intentando buscar las palabras adecuadas para decirle lo que quería decir. Tenía miedo, pero al mismo tiempo… su cuerpo funcionó más rápido que su cerebro y asintió.


Ese pequeño gesto de cabeza fue todo lo que Yoochun necesitó. Sin pensarlo más bajó el rostro para unir sus labios a los de la chica y la apretó más contra él. No se había quitado el sabor de su boca desde el extraño encuentro que habían tenido en los baños durante el juego en el que YunHee había ganado. Esta vez pensaba resarcirse por aquel encuentro. De alguna manera.


La morena tembló, se estremeció y se sujetó con más fuerza a la camiseta que llevaba Yoochun. Su cuerpo menudo se movió por inercia hasta pegarse contra el fibroso del chico y siguió con torpeza un beso que aunque empezara con suavidad subió en intensidad al mismo tiempo que todos los sentimientos que tenían guardados parecieron explotar.


Ambos se separaron a la vez, buscando respirar tras un beso que les había dejado sin aliento.


—Tras esto no puedes dar un paso atrás. —Yoochun la miró a los ojos con gesto serio. —¿Entendido?


—Ni tu tampoco, te juro que como salgamos de esta habitación y me ignores o te largues con alguna de…


No pudo continuar porque los labios de Yoochun se lo impidieron. Y una vez más su cerebro se desconectó de donde se encontraba. La mano que el chico tenía en su espalda comenzó en una lenta caricia que provocó mil escalofríos diferentes. El enfado que había tenido cuando había visto el video, cuando había entrado en esa habitación, se había esfumado por completo.


—Por una vez… confía en mi Yunhee. —dijo el chico con seriedad.


—Lo haré, lo hago, pero si me mientes no podré perdonarte.


Justo en ese momento escucharon un golpe en la puerta que hizo que ambos se giran hacia ella. De golpe se dieron cuenta de dónde se encontraban y cayeron en la cuenta de que seguramente serían los chicos queriendo entrar. La mano de Yoochun se deslizó por el antebrazo de YunHee hasta entrelazar sus dedos con los suyos y la miró.

—Será mejor que salgamos o nos matarán. Hemos ocupado demasiado tiempo su sitio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario